Capítulo 9. La matanza del templo mayor en la fiesta de Toxcatl

Establecidos ya los españoles en México-Tenochtitlan Motecuhzoma se convirtió prácticamente en prisionero de Cortés.

Hernan Cortés se había ausentado de la ciudad para ir a combatir a Pánfilo de Narváez, quien había venido a aprehender al conquistador por orden de Diego Velázquez, gobernador de Cuba.

Los mexicas pidieron la fiesta de Huitzilopochtli. Y el español Alvarado "el Sol" quiso ver como era la fiesta, quiso admirar y ver en qué forma se festejaba.

Cuando hubo llegado la fiesta de Tóxcatl, al caer la tarde, comenzarón a dar cuerpo, a hacer en forma humana el cuerpo de Huitzilopocthi, con su semblante humano, con toda la apariencia de hombre.

Cuando hubo amanecido, ya en su fiesta, muy de la mañana, le descubrieron la cara a la figura los que habían hecho voto de hacerlo.

Todos los hombres, los guerreros jóvenes, estaban dispuestos totalmente, con todo su corazón iban a celebrar la fiesta.

Cuando todo el mundo estuvo reunido en el patio del templo, se comenzó el canto, y se dio inicio a la danza del culebreo.

Mientras se gozaba de la fiesta, ya en el baile, ya en el canto, los españoles toman la determinación de matar a la gente. Vienen a cerrar las salidas, los pasos, las entradas: La entrada del Águila, en el palacio menor; la de Acatl iyacapan (Punta de la Caña), la de Tezcacoac (Serpiente de espejos). Y luego que hubieron cerrado, en todas ellas se apostaron: ya nadie pudo salir.

Entran al Patio Sagrado para matar a la gente. Cargando sus escudo de madera y metal junto a sus espadas.
Algunas personas intentaban salir: allí en la entrada los herían, los apuñalaban. Otros escalaban muros; no pudieron salvarse. Otros aparentaron ser muertos a algunos lograron salvarse.
Cuando se supo fuera lo que estaba sucediendo todos los guerreros empezaron a armarse con dardos y escudos. La batalla empezó, llovían dardos y jabalinas a los españoles, los cuales inmediatamente se acuartelaron y comenzaron a flechar a los mexicanos.

Cuando el sol estaba por ocultarse, Itzcuauhtzin, desde la azotea, gritó que Motecuhzoma mandaba un mensaje. Les decía que no eran competencia para los españoles y debían rendirse y dejar de luchar.
Los mexicanos se enojaron en extremo ante esto e inmediatamente cayeron flechas sobre la azotea. Al momento los españoles cubrieron con sus escudos a Motecuhzoma y a Itzcuahtzin.

La casa real fue sitiada por los mexicanos, no dejaban que nadie entrara o saliera, no dejaban la entrada de víveres para así matarlos de hambre, a todo el que vieran sospechoso lo mataban al instante aun si no era culpable de nada.

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