Capítulo 8. Llegada de los españoles a México-Tenochtitlam
Los españoles, acercándose a México por el sur, por el rumbo de Iztapalapa, llegaron hasta Xoloco, lugar que se llamó después San Antón.
En este tiempo se engalana Motecuhzoma para ir a darles el encuentro. También los demás grandes príncipes, los nobles, sus magnates,sus caballeros.
En Huitzillan sale al encuentro de los españoles Metecuzoma. Los regala con dones, les pone flores en el cuello, les da collares de flores y sartales de flores para cruzarse el pecho, les pone en la cabeza guirnaldas de flores.
Frente a ellos presenta collares de oro, todo género de dones, de obsequios de bienvenida.
Cuando Motecuhzoma hubo terminado de dar collares a cada un, dijo Cortés a Motecuhzoma: ¿Acaso eres tú? ¿Es que ya tú eres? ¿Es verdad que eres tú Motecuhzoma?
A lo que respondió:
-Si, yo soy.
Inmediatamente se pone en píe, se para para recibirlo, se acerca a él y se inclina, dobla la cabeza, le dice que ha estado esperando su llegada, que lleva días angustiado y que estaba resguardando su ciudad hasta la llegada de este rey.
A lo que Cortés respondió que confiaba en el, que no temiera nada, que ellos mucho lo amaban.
Los españoles lo acompañaron, observando todo a su alrededor.
Tras aprender a Motecuhzoma, todos lo que lo habian acompañado a recibir a los españoles lo abandonaron a su suerte.
Cuando hubieron llegado y entrado a la Casa Real, mantuvieron a Motecuhzoma en vigilancia.
Se disparó un cañón; toda la gente, sin saber que hacer, corría tratando de huir de algo desconocido y aterrador, esa noche el terror se apoderó de la población.
Cuando los españoles se hubieron instalado, interrogaron a Motecuhzoma tocante a los recursos y reservas de la ciodad, principalmente al oro.
Cuando hubieron llegado a la casa del tesoro (Teucalco), saquearon todo lo que contuviera oro y que les pareciera precioso, las piezas con oro fueron rotas para obtener el precioso metal y todo lo que sobró, sin oro no valor para ellos, ardió dentro de la casa del tesoro.
Igual sucedió con la reserva privada de Motecuhzoma.
En este tiempo se engalana Motecuhzoma para ir a darles el encuentro. También los demás grandes príncipes, los nobles, sus magnates,sus caballeros.
En Huitzillan sale al encuentro de los españoles Metecuzoma. Los regala con dones, les pone flores en el cuello, les da collares de flores y sartales de flores para cruzarse el pecho, les pone en la cabeza guirnaldas de flores.
Frente a ellos presenta collares de oro, todo género de dones, de obsequios de bienvenida.
Cuando Motecuhzoma hubo terminado de dar collares a cada un, dijo Cortés a Motecuhzoma: ¿Acaso eres tú? ¿Es que ya tú eres? ¿Es verdad que eres tú Motecuhzoma?
A lo que respondió:
-Si, yo soy.
Inmediatamente se pone en píe, se para para recibirlo, se acerca a él y se inclina, dobla la cabeza, le dice que ha estado esperando su llegada, que lleva días angustiado y que estaba resguardando su ciudad hasta la llegada de este rey.
A lo que Cortés respondió que confiaba en el, que no temiera nada, que ellos mucho lo amaban.
Los españoles lo acompañaron, observando todo a su alrededor.
Tras aprender a Motecuhzoma, todos lo que lo habian acompañado a recibir a los españoles lo abandonaron a su suerte.
Cuando hubieron llegado y entrado a la Casa Real, mantuvieron a Motecuhzoma en vigilancia.
Se disparó un cañón; toda la gente, sin saber que hacer, corría tratando de huir de algo desconocido y aterrador, esa noche el terror se apoderó de la población.
Cuando los españoles se hubieron instalado, interrogaron a Motecuhzoma tocante a los recursos y reservas de la ciodad, principalmente al oro.
Cuando hubieron llegado a la casa del tesoro (Teucalco), saquearon todo lo que contuviera oro y que les pareciera precioso, las piezas con oro fueron rotas para obtener el precioso metal y todo lo que sobró, sin oro no valor para ellos, ardió dentro de la casa del tesoro.
Igual sucedió con la reserva privada de Motecuhzoma.
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